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Luces de una prometedora vacuna contra el coronavirus

Luces de una prometedora vacuna contra el coronavirus

Antes del covid-19, enfermedades como el zika y el cáncer han sido centro de atención de estudios en los que se proponen vacunas basadas en ARN como posibilidad de tratamiento. Foto ilustrativa: cortesía Centers for Disease Control and Prevention —CDC—.

 

Los ojos del mundo están puestos en la covid-19. Basta con buscar en Google la palabra coronavirus para hallar más de tres mil millones de contenidos en línea. Hoy, los títulos más esperanzadores tienen una palabra en común: vacuna. A la carrera por alcanzar la anhelada inmunidad se suma, precisamente, una innovadora vacuna en la que trabajan científicos internacionales, entre los cuales hay una antioqueña.

 

La pandemia sorprendió a Diana Castaño Monsalve, profesora e investigadora del Grupo de Inmunología Celular e Inmunogenética —Gicig— adscrito a la Facultad de Medicina de la Alma Máter, trabajando con colegas de la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos. Con su experticia a bordo, los científicos se concentraron en caracterizar o entender las respuestas inmunes que genera una vacuna contra el SARS-CoV-2 basada en el ARN mensajero de ese virus. Su desarrollo empezó el pasado mes de abril.

 

A través de las vacunas —dijo la investigadora— nos exponemos a elementos de un agente infeccioso para que nuestro sistema inmune genere memoria inmunológica, es decir, que lo reconozca y desarrolle las defensas necesarias. Este tipo de vacunas en particular aprovechan la maquinaria celular de nuestro sistema inmune para producir proteínas específicas del SARS-CoV-2, cuyas secuencias genéticas son suministradas en el ARN mensajero que compone la vacuna. Los avances más recientes fueron publicados el 30 de julio en Inmunity, una revista de alto impacto en el área de la biomedicina.

 

Modus operandi

 

Castaño explicó que entre las vacunas tradicionales se encuentran las replicativas y las no replicativas. Las replicativas emplean microorganismos vivos pero atenuados, y son muy eficaces en generar memoria inmunológica. Las no replicativas usan el microorganismo completo pero muerto —es decir inactivado—, o fracciones de este. Pero entre las nuevas generaciones de vacunas no replicativas están las que se basan en los ácidos nucleicos del agente infeccioso, como las del ARN mensajero.

 

Para entender cómo funcionan imagine que, sin que lo sepamos, una inexplorada y emergente forma de vida planea tomarse nuestro planeta. Sin embargo, con métodos de inteligencia militar, los distintos Gobiernos de mundo descifran los mensajes con los que ese enemigo emergente coordina la conformación de sus tropas para atacarnos. De ese modo los Gobiernos se enteran de su existencia, aprenden a reconocerlo y preparan la artillería de defensa para cuando llegue el enemigo. Pues así es el modus operandi de esta alternativa. La vacuna busca que nuestro sistema inmune reconozca al SARS-CoV-2 —el enemigo emergente— para que genere inmunidad ante un eventual intento de conquista. Pero para ello no emplea directamente al microorganismo vivo o inactivado, sino su ARN mensajero. Así, cuando ese contrincante microscópico se presente, nuestro sistema inmune lo identificaría y estaría listo para defendernos.

 

Potencialidades y retos

 

Las vacunas basadas en ARN han sido estudiadas para prevenir enfermedades como cáncer y zika, pero la diseñada contra la covid-19 podría
ser la primera en ver la luz para provecho nuestro, aseguró Castaño. Y agregó que estas vacunas parecen tener una mejor y más rápida respuesta inmune que las tradicionales no replicativas, por lo que una sola dosis podría ser suficiente para generar memoria inmunológica.

 

Otra ventaja es que esta alternativa probablemente tendría costos notablemente bajos y «permitiría una aplicación más rápida y expedita debido a su proceso de producción simplificado», señaló Carlos Montoya Guarín, profesor de la Facultad de Medicina de la Alma Máter y experto en inmunología.

 

Con todo, Castaño fue cauta al afirmar que producir vacunas a escala mundial basadas en ARN representa un reto para el que la mayoría de las industrias aún no tienen la infraestructura necesaria. En esa misma línea, Montoya advirtió que el conocimiento científico alrededor de este tipo de vacunas todavía está en una muy temprana etapa de construcción.

 

Lo que sí es claro para ambos inmunólogos es que la covid-19 le abrió la puerta a valiosos ejercicios de cooperación científica a una escala sin precedentes. Conclusiones como esa hacen que muchos ciudadanos del mundo se confíen en la moderada cercanía de una era pospandémica.

 

09 / 10 / 2020



Fuente:
UdeA Noticias

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